lunes, 26 de enero de 2009

ODIO LOS VIDEO CLIPS

Nunca me gustaron. Siempre preferí escuchar las canciones y crear yo sola los lugares, los personajes y sus historias -cuando no me imagino a mí protagonizándolas.


Nací en 1986 y este formato ya estaba de moda, pero muy pocas veces voy a tono con las tendencias. Nunca entendía las charlas de mis amigas cuando discutían acerca del clip de X canción. Ellas se iban a acostar con MTV y yo miraba -y lo sigo haciendo- las competencias de patinaje sobre hielo o, en su defecto, algún ballet de esos aburrido-s que dan ganas de dormir.
Es que creo que plasmar una canción en imágenes es reducir su alcance emocional, sensitivo y creativo. Es como los libros llevados a las películas, que borran para siempre las escenas de la memoria del lector que las había imaginado mientras lo leía, y las remplaza por las que eligió el director del casting de actores.
Los videoclips no hacen más que reafirmar que estamos en una sociedad donde lo que importa es lo de afuera, donde la imagen lo domina todo y nada existe si no se ve. Puro ego de los músicos, pura fama de los directores, puro negocio para MTV -que se reserva el derecho de admisión. Dirigidos a un público en particular, los clips tienen como fin vender un disco. A pesar de que muchos directores de cine tuvieron se experiencia en la pantalla chica, los mini cortos se acercan más a la publicidad que a una película.
Este análisis parte de la pura ignorancia y de la simple sensación que me produjo ver estos videos por primera vez, que a decir verdad, no fue gran cosa. Aunque debo reconocer que el videoclip, limitado al ritmo y tempo de la canción que marca su duración, tiene una mínima perspectiva artística, en las formas de describir y narrar y en los iuegos espacio-temporales que puede incluir. Aunque este matiz artístico esté totalmente subestimado a lo comercial.
Con "Like a Rolling Stone", en 1994 los Rolling Stones hicieron un video a su medida. La pantalla refleja la vida agitada de una chica sumergida en las drogas y, por medio del movimiento de la cámara y las imágenes borrosas, se traslada al televidente, que pasa de ser oyente de una canción a observador de una obra audiovisual.
Pero "Love is Strong", de 1992 y ganador de dos MTV Video Music Award por sus efectos especiales y cinematografíá-,' cae en el egocentrismo. El video hecho por David Fincher, muestra a las gigantes figuras integrantes del grupo británico en blanco y negro, mientras recorren la ciudad. Caminan a paso firme, en tomas en contrapicada que los vuelven más poderosos, dejando en claro su autoridad y soberbia.
En el video del tema "Black and Whi te", de Michael Jackson, dirigido por John Landis en 1989, el cantante aparece como un Dios unificador de culturas, que recorre el mundo y se codea con diferentes personas. El mundo aparece como algo alcanzable -el objetivo es llegar a todo el planeta. Michael sería quien sostiene el globo terráqueo donde esos dos chicos están sentados. Jackson, con Thriller había sido uno de los precursores de que el clip se convirtiera en una pequeña historia, una mini historia en pocos minutos.
Y llegó el turno de la reina del popo Qué más egocéntrico que los clips de Madonna. Ella, sola, di va. Y no hace falta ningún ingrediente más para la receta del éxito.
En los videos los cantantes pasan a ser héroes, que pueden ser personajes de la historia que se cuenta o simplemente aparecer cantando o tocando, en estudios de grabación o en cualquier lugar de la tierra y del espacio. A veces la imagen refleja la letra de la canción, pero no es indispensable, porque lo que vende es lo visual.

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